A principios de 1900 se formo el ideal de la “Chica Gibson”, que era un personaje de caricatura que representaba el ideal femenino para aquel entonces y que se convirtió en todo un modelo a seguir en la vida. Su creador era un hombre, y atribuía a esta belleza los valores y costumbres que los caballeros consideraban adecuadas para una dama. Éstas debían ser de pecho erguido, caderas anchas y nalgas sobresalientes, además de sumisas y obedientes.
Poco después nació la mujer con forma de “S”, las que ajustaron la falda para resaltar la figura, los peinados se subieron sobre la cabeza y los sombreros se adornaban con plumas. En este momento comienza a nacer un nuevo ideal de mujer, que fue creado por ellas mismas y no por los hombres.
La nueva imagen era la de una mujer trabajadora, que luchaba por obtener el derecho a voto y que se inmiscuía en los asuntos que hasta entonces eran privilegio de los hombres. Esta nueva tendencia era representada por vestidos mucho más simples de confeccionar. El traje de dos piezas, llamado traje sastre era lo más apropiado para los nuevos tiempos.
En 1910 hubo un cambio rotundo en la moda, influenciado por el Ballet Ruso que recorría los escenarios europeos. Los colores llamativos y la onda oriental, remplazó los tonos pastel y las faldas largas.
Bailarinas como la sensual Isadora Duncan y la enigmática Mata Hari, se transformaron en iconos de belleza. Gracias a esto las mujeres se atrevieron a desafiar los principios morales que las ataban y empezaron a mostrar su cuerpo.
Los cuellos antes hasta las orejas dieron paso al escote en V y las faldas se acortaron sutilmente, dejando al descubierto los tobillos, lo que causó un revuelo en la época ya que las piernas femeninas están consideras durante siglos como símbolo erótico que provocaba la lujuria en los hombres y por ello tenían que ser escondidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario